Mayte Albores

Normalmente lo que escribo lo tengo en la cabeza, en los ojos, en la piel, en el cuerpo... no necesito pensar...

¡Lo que escribo soy yo hecho palabra!



El fuego se apaga con sed.
Al final todo será un mismo infierno que aprendemos a amar ¿será, eso, la felicidad?


Aprieto los labios
con la fuerza
de dejar
mi boca morada.

Los gemidos, internos,
se agolpan al deseo de salir
en un grito espantoso detenido
en nudo
de garganta.

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domingo, 31 de enero de 2010

Carta de renacimiento: muere el hombre para nacer el ser.

He decidido quedarme huérfana de ambición,
no quiero ni aspiro a nada
pues todo lo tengo con un solo sentimiento.

Y con el amparo de la naturaleza
en un gran abrazo de poder supremo,
del que nos  vamos despojando,
desnaturalizándono de un modo inquisitorio,
 desvirtuando lo humano y lo animal,
negando la capacidad de existencia de algo más
por hacer, por descubrir en un mundo que puede ser mejor.


Que lo grande es la sencillez de sentirse vivo,
que no hay secretos ni misterios que separen dos vidas,
y que el amor es la base firme para crear camino.

He decidido tantas cosas que para hoy me son imposibles,
así que el hoy es el trampolín de mis decisiones,
que necesitan pensar en un mañana
y en la alegría de saberse eterno mientas se respire.


He decido vencer más miedos,
mis miedos y los miedos del ser,
que esta guerra va conmigo...
y esta guerra la gano yo...
si no ve vence la adversidad moral
de una sociedad que no funciona conmigo.

Rodaré la escaleras de la incomprensión con mucho dolor,
  subiré las rampas del desitno con agotamiento,
y a pesar de la falta de entendimiento,
mie esfuerzo seguirá empeñándose en ser cada día
el adorno de una ilusión tras el silencio,
una dama que hila la lana
de un jersey que cubra la piel del frio tiritante
de los corazones en invierno.

He decidido entender mejor,
he decidido tratar de ser un elfo,
un espíritu del aire en cada aliento que me nombre.

He decidido ser todo y nada,
invisible en un sorbo grande,
y quedarme tan pequeña como me siento,
en este mundo que gira sin descando;
Así,
voy preparando mi carta de despedida,
porque morirá el hombre para encontrar la persona,
y tras el duelo,
la persona quedará relegada a un adjetivo
ante el deseo que crecer por dentro
lo que ya nunca podrá hacer por fuera,
limitada por cuatro los costados celulares
de todos nuestros huesos materiales.

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MÁS PUTA QUE NUNCA:
UN ALMA SE VENDE
POR SENTIR UN ESCALOFRÍO
INDESCRIPTIBLE