Con un hilo de seda y un anzuelo,
traté de pescar la alegría,
y cuando creí conseguir lo que quiero,
era el corazón el que de la caña prendía.
Yo sin saber que era, con fuerza estiraba,
y poco a poco, mi ignorancia, el corazón arrancaba,
más yo que pensaba que sin él no sufriría,
y me di cuenta en un instante que sin conrazón no se amaba.
Y qué desgracia sería la mía...
robarle el corazón a mi alma...
porque no hay castigo más grande
que por evitar el sufrir, al final,
no poder sentir nada...
Mayte Albores
Normalmente lo que escribo lo tengo en la cabeza, en los ojos, en la piel, en el cuerpo... no necesito pensar...
¡Lo que escribo soy yo hecho palabra!
El fuego se apaga con sed.
Al final todo será un mismo infierno que aprendemos a amar ¿será, eso, la felicidad?
Aprieto los labios
con la fuerza de dejar
mi boca morada.
Los gemidos, internos,
se agolpan al deseo de salir
en un grito espantoso detenido
en nudo de garganta.
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viernes, 22 de enero de 2010
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MÁS PUTA QUE NUNCA:
UN ALMA SE VENDE
POR SENTIR UN ESCALOFRÍO
INDESCRIPTIBLE
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