Mayte Albores

Normalmente lo que escribo lo tengo en la cabeza, en los ojos, en la piel, en el cuerpo... no necesito pensar...

¡Lo que escribo soy yo hecho palabra!



El fuego se apaga con sed.
Al final todo será un mismo infierno que aprendemos a amar ¿será, eso, la felicidad?


Aprieto los labios
con la fuerza
de dejar
mi boca morada.

Los gemidos, internos,
se agolpan al deseo de salir
en un grito espantoso detenido
en nudo
de garganta.

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sábado, 13 de febrero de 2010

Historia de un maltrato.

Dolor:
Fuerte dolor vibrando las cuerdas
que atan mi estómago.

El desamparo de verme en la derrota de una guerra,
que nunca se gana cuando hay caidos.

El recuerdo,
de que salí de una pesadilla
que me agarra por los pies.

Y una persecución,
que araña cada rincón de la fuente del miedo... Mi miedo.

Pedacitos reconstruidos,
una y otra vez que se desmoronan
cuando hay tormenta.
Y los rayos de sol que juguetean con
la esperanza de ver brillar mi cuerpo...

Hecha jirones,
mi sonrisa del revés se ata al cuello,
para no dejarme tragar saliba más de dos veces seguidas.

Y con la boca seca,
busco una fuente que pueda calmar las cicatrices,
que porto en silencio.

Quisera gritar cuando la llama me quema,
cuando el hielo paraliza mi sangre,
y cuando el miedo se convierte en una constante
que somete mi vida al desahucio de vivirla en paz.

Si la voz tiene eco entre los abismos,
hay heridas que repican por siempre desde dentro,
y el recuerdo doloroso son puñaladas rajando un espíritu,
que ha quedado subyugado al tictac sonoro del pasado.

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MÁS PUTA QUE NUNCA:
UN ALMA SE VENDE
POR SENTIR UN ESCALOFRÍO
INDESCRIPTIBLE