Quise ser un árbol, para sentirme cerca del cielo,
porque el cielo, que está lejos,
reposa en mi mano cuando la vuelo,
y en él, encuentro tu nombre pegado a un destello.
Me pensé como higuera que canta con el viento,
me sentí como manzano para dar el fruto prohibido,
y soñé en torno a un avellano,
rodeada entre abedules y olivos.
Y soñé contigo.
Te esperaba,
en la tierra y sobre las hojas caidas.
Y el aire de otoño, generoso conmigo,
viajaba tu olor entre mi destino.
Y soñé contigo.
Inspirada, y atraida por tu sensualidad
como una onda en el agua,
acariciaba con mis manos
los pómulos que deseaba para ti.
Y soñé... soñé contigo.
Y las ganas me respiraban,
y tu sonrisa amordazaba mi independencia
a las raices del árbol de la vida...
Y buscaba, buscaba orillas entre colinas,
buscaba ser fuego y amiga del agua,
buscaba la tierra firme mirando hacia arriba,
y buscaba los tintes rojos de mis ideas,
para pintarlas de sabiduría.
Y entonces, yo, soñé contigo.
Soñé.
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