Mayte Albores

Normalmente lo que escribo lo tengo en la cabeza, en los ojos, en la piel, en el cuerpo... no necesito pensar...

¡Lo que escribo soy yo hecho palabra!



El fuego se apaga con sed.
Al final todo será un mismo infierno que aprendemos a amar ¿será, eso, la felicidad?


Aprieto los labios
con la fuerza
de dejar
mi boca morada.

Los gemidos, internos,
se agolpan al deseo de salir
en un grito espantoso detenido
en nudo
de garganta.

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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Soñándote... el árbol...

Quise ser un árbol, para sentirme cerca del cielo,
porque el cielo, que está lejos,
reposa en mi mano cuando la vuelo,
y en él, encuentro tu nombre pegado a un destello.

Me pensé como higuera que canta con el viento,
me sentí como manzano para dar el fruto prohibido,
y soñé en torno a un avellano,
rodeada entre abedules y olivos.

Y soñé contigo.

Te esperaba,
en la tierra y sobre las hojas caidas.
Y el aire de otoño, generoso conmigo,
viajaba tu olor entre mi destino.

Y soñé contigo.

Inspirada, y atraida por tu sensualidad
como una onda en el agua,
acariciaba con mis manos
los pómulos que deseaba para ti.

Y soñé... soñé contigo.

Y las ganas me respiraban,
y tu sonrisa amordazaba mi independencia
a las raices del árbol de la vida...
Y buscaba, buscaba orillas entre colinas,
buscaba ser fuego y amiga del agua,
buscaba la tierra firme mirando hacia arriba,
y buscaba los tintes rojos de mis ideas,
para pintarlas de sabiduría.

Y entonces, yo, soñé contigo.

Soñé.





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