no es peor que subestimar la fuerza sembrada.
Tú tiras, sin piedad, la piel de naranja,
y yo la guardo en el pecho, para el recuerdo
del sabor del momento y la amargura de un mal mordisco.
No necesito campos de azahar para oler a flor,
ni una flor para comtemplar la fragilidad del deseo.
No voy a empapelar el instante como un regalo,
solo sentiré que estoy destinada a ser agua devuelta al mar.
Desde mi lugar, me he quedado sin espacio,
y el espacio abierto es aceite que patina con forma reloj,
encarcelando tras el cristal de la vida un lecho de ideas.
Y no puedo abrir más los ojos, pero sí mi corazón,
y a corazón abierto me juego la vida...
Ay, vida mia, a dónde me apartas, a dónde me acercas,
hacia dónde viajarán todas mis penas,
a dónde me arrastro para no dejar en mi una huella,
por dónde me levanto para no tropezar con un grano de arena...
Ay, vida mia,
que a veces lo mucho es nada, y nos deja ver aún menos...
a veces lo poco es todo, y se convierte en algo grande
devorando el gesto que no se muestra.
que a veces lo mucho es nada, y nos deja ver aún menos...
a veces lo poco es todo, y se convierte en algo grande
devorando el gesto que no se muestra.
La vida es un gesto.
La luz en un abrir de ojos. y la oscuridad, en un cerrar.
Un movimiento es un gesto, y en ese gesto,
el mundo gira.
Sobrevalorar capacidades a dedo,
no es peor que subestimar la fuerza sembrada.
Tú tiras sin piedad, la piel de naranja,
y yo la guardo en el pecho pintándome la piel con su olor,
brisa de recuerdo al sabor de un momento
brisa de recuerdo al sabor de un momento
y como deleite, perfume aprendriz ante la amargura
de un mal mordisco.
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