Mayte Albores

Normalmente lo que escribo lo tengo en la cabeza, en los ojos, en la piel, en el cuerpo... no necesito pensar...

¡Lo que escribo soy yo hecho palabra!



El fuego se apaga con sed.
Al final todo será un mismo infierno que aprendemos a amar ¿será, eso, la felicidad?


Aprieto los labios
con la fuerza
de dejar
mi boca morada.

Los gemidos, internos,
se agolpan al deseo de salir
en un grito espantoso detenido
en nudo
de garganta.

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martes, 6 de agosto de 2013

Yo no sé las cartas que podré escribir
a los seres que me miraron
con la máxima admiración
que alguien como yo puede provocar.

A los seres que se hicieron
como un pequeño punto de luz
por debajo de mi ombligo.

A los seres que nacieron
expulsados como un rayo hambriento
de tierra y camino bajo sus pies.

A los seres que crecieron
y con una tibia que ahora duplica
el tamaño que tenían cuando
por primera vez mis brazos
los mecieron.

El amor es coherente y locura
cuando os contemplo dormidos
y no me canso de contar
cuántas veces respiráis en diez minutos;

cuando llenáis de risas
las paredes de hormigón
y de acualeras los folios que
vais "robando" a escondidas de mi impresora

y luego me veo retratada
por vuestros pequeños y minúsculos dedos
con un vestido de princesa
como una superhéroe a la que habéis dado vida
o enfadada con unos dientes vampíricos y gritando
"no puedo más"

Entonces, es entonces,
y sólo entonces
únicamente ahí
cuando sé que en este mundo
una sola cosa
ha merecido
y merece la pena
y que por eso aún es posible
seguir
seguir viviendo
al abandono de ese hermoso estado
que me entregáis.

Y os repito, sin remedio, las palabras
de cada noche antes de soñar:
"mis queridos niños"

(A mis hijos - Mayte Albores)

MÁS PUTA QUE NUNCA:
UN ALMA SE VENDE
POR SENTIR UN ESCALOFRÍO
INDESCRIPTIBLE